Después de obtener su independencia de España a principios del siglo XIX, Argentina adoptó una política de inmigración abierta y alentó a los inmigrantes a adoptar el país como propio. Durante un breve período a fines de la década de 1880, el gobierno también subvencionó pasajes en bote para inmigrantes. Se estima que entre 1870 y 1930 el país recibió más de siete millones de extranjeros, principalmente de España e Italia (Jachimowicz, 2006). Las razones de este éxodo masivo de Europa son numerosas e incluyen tanto la expansión demográfica, el liberalismo, la comercialización de la agricultura, la industrialización y los avances en el transporte como los conflictos armados y religiosos y las crisis económicas. en algunos países del viejo continente (Moya, 1998). Por ejemplo,
La inmigración masiva desde Europa respondió en parte a la oferta de mejores salarios en Argentina. En promedio, un trabajador agrícola ganaba en cuatro o cinco meses de cosecha, entre cinco y diez veces lo que ganaba en su país de origen (Veganzones, 1997). Otro punto de atracción fueron los programas gubernamentales. En 1862, el Congreso argentino autorizó la contratación de inmigrantes para colonizar los territorios nacionales, específicamente las regiones fuera de las provincias constituidas, que se gobernaban desde Buenos Aires. La Dirección de Migración, en ese momento llamada “Comisión Central de Inmigración”, establecida en 1869, nombró agentes en Europa para reclutar colonos.
En 1854 Buenos Aires tenía una población de 90.000 habitantes, y en 1895 la población aumentó a
670.000. Los recién llegados recibieron alojamiento gratuito, exención de impuestos sobre sus pertenencias y también, eventualmente, transporte ferroviario gratuito. Muchos de los primeros inmigrantes lograron una rápida movilidad social, pero pocos lograron adquirir tierras (Rock, 2003).
La inmigración extranjera fue fundamental para poblar el país, agregando aproximadamente 4,2 millones de personas a la población general solo entre 1881 y 1914. El mayor flujo de inmigración se produjo antes de la Primera Guerra Mundial. En 1914 la población inmigrante representaba el 30% de la población total, y en Buenos Aires era aún mayor, oscilando entre el 60% y el 80% de la población total (Devoto, 2002).
Las comunidades italiana y española continuaron dominando hasta la década de 1940, con el 42% y el 38% del total, respectivamente. También destaca en este período la presencia de inmigrantes rusos (93.000) e inmigrantes del antiguo Imperio Otomano (65.000) (Devoto, 2002).
Sin embargo, en la década de 1920, la migración a Argentina disminuyó debido a un cambio en la política migratoria que dificultó el ingreso de extranjeros al país. Este cambio en la política de más abierta a más cerrada se debe en parte al temor de las clases dominantes a una revuelta de inmigrantes. Aumento de la seguridad en los puertos de desembarque (Devoto, 2002). Mientras tanto, en Europa, la productividad y los salarios aumentaron, lo que redujo el incentivo para emigrar. La crisis de 1929 en Argentina puso fin a la inmigración masiva desde Europa que prevalecía a principios de siglo. La recesión económica golpeó duramente a Argentina y sus salarios ya no eran competitivos con los europeos (Veganzones, 1997). Con la excepción de un breve período posterior a la Segunda Guerra Mundial, la inmigración europea siguió disminuyendo, concentrándose especialmente entre los años 1947 y 1951 y fue más variada que en años anteriores. Estos flujos de inmigrantes más pequeños incluían alemanes, rusos, yugoslavos, armenios, ucranianos y otros grupos étnicos europeos además de los habituales españoles e italianos.
A lo largo del siglo XX, la inmigración a la Argentina decreció y perdió peso relativo, como se puede apreciar en el censo nacional de 1947. No sólo disminuyó el volumen migratorio internacional, sino que también hubo cambios en su composición. La migración europea fue reemplazada por la inmigración de los países vecinos que, aunque siempre estuvo presente, tomó visibilidad debido a la disminución de la inmigración europea. Los salarios en Argentina fueron durante un tiempo los más altos de la región. Entre 1950 y 1980, la inmigración paraguaya representó entre el 40% y el 65% de los flujos migratorios de los países vecinos (Veganzones, 1997). Brasil, Bolivia, Chile, Perú y Uruguay también contribuyeron con migrantes en la década de 1980.
La inestabilidad política y económica de los países vecinos (especialmente Paraguay y Chile) fueron los factores determinantes que impulsaron esta migración, así como el alto nivel de desarrollo humano y económico de Argentina en relación con los países de origen de los migrantes. Las migraciones laborales de países vecinos se concentraron principalmente en actividades estacionales, servicio doméstico, construcción y comercio.
Durante las décadas de 1960 y 1970, así como a principios de la década de 1980, hubo una salida considerable de emigrantes argentinos hacia otros países latinoamericanos (por ejemplo, Venezuela y México) y también hacia Estados Unidos, Canadá y Europa. El proceso de emigración incluyó profesionales, técnicos y científicos. Las principales razones de la emigración de estos altamente calificados
ados fue el declive económico de Argentina, así como una serie de dictaduras militares y la abierta hostilidad del régimen militar contra las universidades.
En los últimos años, una gran cantidad de argentinos han migrado a España y Estados Unidos, entre otros destinos. Esta migración se ha asociado con la caída del Producto Interno Bruto (PIB) durante la década de 1990, una alta tasa de desempleo y la crisis financiera (Solimano, 2003). En España, la fuerte demanda de mano de obra extranjera y las políticas favorables a la naturalización (aplicables a los argentinos de ascendencia española) explican en parte el aumento de los flujos hacia ese país. Desde 2003, a medida que se estabilizaron las condiciones económicas y políticas, disminuyó la tendencia de los argentinos a salir del país (Jachimowicz, 2006), y en la actualidad parece haber una reversión de los flujos con el retorno de los argentinos en particular. – mente afectada por la crisis europea que perturba profundamente a España.